Hay un respeto hermoso entre ellas. La niña se llama Clara. Ella sabe cómo jugar con Maravilla.
La persigue y le hace las cosquillas que le gustan. Se quedan juntas a mirar al gato y jugar con él. Le lanzaban la pelota y lo miraban. Hicimos el intento de ir al parque de juegos. Clara y su mamá fueron cuidadosas y entendieron las necesidades de mi Maravilla en cuanto a contención. Es la única amiga que tiene Maravilla. Yo me siento radiante de alegría y de agradecimiento. En varios momentos me daban ganas de llorar de vivir esta recepción incondicional.
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